Algún que otro ilusionista de palo, jugando a malabares, silencio... miradas al suelo... ¡El truco ha acabado! y sorprendentemente, no sorprende a nadie.
Momentos, de la noche a la mañana, quemando el siglo, pasando el tiempo con un floro en la mano. Levita por encima de las mantas, crujen las arrugas, se hacen al cuerpo. Roces, por la noche y por el día.