domingo, 3 de abril de 2011

Se llama... magia de fachada.














Algún que otro ilusionista de palo, jugando a malabares, silencio... miradas al suelo... ¡El truco ha acabado! y sorprendentemente, no sorprende a nadie.

Reversible. De toda la vida.


Momentos, de la noche a la mañana, quemando el siglo, pasando el tiempo con un floro en la mano. Levita por encima de las mantas, crujen las arrugas, se hacen al cuerpo.
Roces, por la noche y por el día.